jueves, 3 de enero de 2019

CLAVES PARA UNA LECTURA FILOSÓFICA DE EL PRINCIPITO

«LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS»

El trabajo es para la vida, y es vida él también. Pero sólo adquiere sentido verdadero cuando es elevado por el amor, cuando se convierte en don para el bien de alguien. En medio de la soledad, en la cual consisten radicalmente la desolación, el dolor y la tristeza, se percibe el vacío existencial: «Viví así, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente». Frente al tedio que invade la vida del aviador, el trabajo, su avión, es el último asidero: «No es una cosa. Vuela. Es un avión. Es mi avión» (p. 18). Pero querido por sí mismo solamente, y no por otro valor más alto, también este último apoyo termina por quebrarse: «Algo se había roto en mi motor...» (p. 13). Arrojado de este modo a la mayor soledad, «me dispuse a realizar -confiesa-, solo, una reparación difícil. Era, para mí, cuestión de vida o muerte» (p. 14).

La salida sólo aparecerá tras haber comprendido lo esencial, eso que es «invisible a los ojos»; tras beber de esa agua que es «buena para el corazón», nacida «de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos», tras reconocer en ella un «regalo» (p. 96). La «avería en el motor», «lo que faltaba a la máquina» -el sentido, el corazón- se descubre en la donación de sí mismo: al dibujar un cordero, al escuchar la preocupación por el hecho de que las rosas tengan espinas, al consolar al pequeño amigo hasta entonces incomprendido, al compartir con él la escasa ración de agua, al tomarle en brazos y brindarle la solicitud que su fragilidad precisa.

EQUIPO PEDAGÓGICO ÁGORA:
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