miércoles, 9 de septiembre de 2020

LA DESAPAR ECIDA TORRE DEL PUERTO DE MAZARRÓN

       Durante la baja edad media, las incursiones de piratas berberiscos se iban haciendo más frecuentes  a medida que el litoral del sureste se repoblaba y aumentaba el comercio marítimo. 

       A finales del siglo XV, el resurgir de de Almazarrón, gracias a la fabricación y exportación del alumbre, convirtió nuestras costas en una zona apetitosa para los piratas norteafricanos, lo que obligó a construir fortalezas defensivas y torres de vigilancia. Sabemos que las primeras fueron el Castillo de Los Vélez (1491-1494) y la torre del Molinete.  

        En la costa sólo había una torre, la de Santa Isabel (la Cumbre), que era insuficiente por su ubicación y sus, entonces, reducidas dimensiones. 


SAN ILDEFONSO: UNA TORRE IMPRESCINDIBLE

       El aumento de las aproximaciones piratas a nuestras costas hacía necesaria una nueva torre pero los proyectos para levantarla se iba retrasando por las dificultades  económicas para su construcción y mantenimiento.  

       Hasta tal punto se consideraba imprescindible para el sistema defensivo del Reino de Murcia que, en la carta de privilegio firmada por Felipe II, en 1572, (concesión a Almazarrón de su segregación de Lorca), además de exigir un pago de 4.311.000 maravedíes, el monarca obligaba a los vecinos a construir,  a su cargo, la citada torre que, en nuestro municipio, sería la vanguardia  para vigilancia y organización de dispositivos de defensa y la más importante por su tamaño, dotación y ubicación.

        La pérdida de Túnez (1574) y el aumento del peligro procedente del mar impulsó a la corona en bancarrota, a aprobar un amplio proyecto defensivo costero financiado con impuestos locales sobre los principales productos beneficiarios que, en Almazarrón, eran alumbre, pescado y herbajes. 

       Entre 1579 y 1581 quedaron concluidas las obras de construcción de la torre de San Ildefonso y las de remodelación de Santa Isabel.

       Este impreciso dibujo de 1799, nos da una idea aproximada de la torre vista desde la playa.

       Así fue como la red de torres litorales en la bahía de Almazarrón se amplió con las de Santa Elena (La Azohía), Puerto de Almazarrón (actual Faro), los Caballos (Ermita de Bolnuevo) y la de Santo Cristo (Cope). Todas ellas formaban parte de un complejo que se completaba con guardas móviles de vigilancia costera. Se creaba, así, un sistema defensivo que permitía la alerta a los vecinos y la rápida comunicación con los municipios circundantes.


DATOS TÉCNICOS 

       Se encontraba a una altura de 54 metros sobre el nivel del mar, junto a la cala del Moro Santo y se construyó, con diseño muy similar a la de Santa Elena (La  Azohía), Tenia base exagonal con dos plantas abovedadas y una escalera de caracol interior hasta la terraza, donde se situaba el armamento y una pequeña habitación para los torreros. En la  primera planta, sin aspilleras para iluminación interior, se encontraba el polvorín.

       Su base tenía 10 metros de diámetro y su altura, 15,7 metros. Los ángulos eran de sillería y los muros de mampostería.

        Poseía una dotación armamentística muy simple: un falconete (pequeño cañón) de libra y media, con quince balas además de  cinco mosquetes con media arroba de pólvora y plomo.

        El personal encargado de la misma era un alcaide (también responsable de la torre de Santa Isabel) y tres soldados con funciones más de vigilancia que defensivas.

       En el futuro, se fueron ampliando sus dotaciones en función de  las necesidades, llegando a tener cuatro cañones. Se ampliaron las instalaciones con el amurallamiento de una zona del monte provista de dos cañones. 

       A lo largo de los casi trescientos años que mantuvo su función, buena parte de las dependencias se encontraban en mal estado o desabastecidas de personal por la escasa voluntad de la población para atender  los gastos.


DENOMINACIONES  

       La torre recibió la denominación de San Ildefonso pero, popularmente era conocida como torre de (la) “testa” o “punta”, por encontrarse en la “cabeza” del cerro que protegía el oeste del puerto. También le llamaba torre nueva para diferenciarla de la de Santa Isabel, que pasó a ser la torre vieja, En la cartografía de la época suele aparecer como Torre de Almazarrón 

       Por deformaciones fonéticas fue conocida como torre de San Alfonso,  Ylefonso o Elifonso.


EL FIN DE LA TORRE 

       Se cuenta que, en 1785 habitaba las dependencias el alcaide con su esposa e hijos. En la madrugada del 18 de octubre se desató una tormenta y un rayo cayó sobre las dependencias provocando un incendio cuyos humos causaron la muerte de Antonia Ruiz, la mujer del alcaide. 

      A finales del siglo XVIII, las naciones europeas habían reducido notablemente el peligro de la piratería norteafricana y las instalaciones de nuestra torre, cada vez peor conservadas, fueron usadas por el cuerpo de carabineros para vigilar el contrabando. 

        En 1861 se encontraba parcialmente derruida y se aprovecharon los restos para construir el primitivo faro, que acabaría siendo sustituido por el faro actual.

                                           Sabina García Moreno y Jerónimo García Jorquera


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