martes, 28 de julio de 2020

NOVELA HISTÓRICA: “EL CLAN DEL OSO CAVERNARIO” Y LA SAGA “LOS HIJOS DE LA TIERRA”

Jean Marie Auel
La autora:  Jean Marie Auel (EEUU 1936). Estudió electrónica y gestión de empresas. A los cuarenta años, comenzó a escribir la saga formada por seis obras de las que llegó a vender casi 50 millones de ejemplares.

Las novelas: La serie comienza con la más popular: “El clan del oso cavernario” (1980), que se convirtió en bestseller mundial impulsando el éxito de las siguientes: “El valle de los caballos”,   “Los cazadores de  mamuts”,  “Las llanuras del tránsito”,    “Los refugios de piedra” y “La tierra de las cuevas pintadas”. 

Sinopsis:  Las dos primeras obras son  las mejores. Cuentan la historia de Ayla, una niña cromagnon, adoptada, por un clan de neandertales al norte del Mar Negro.  Es expulsada a los 14 años y vive en soledad hasta conocer al primer sapiens (Jondalar) conviviendo ambos a modo de robinsones.  
      En las dos siguientes, con altibajos, se cuenta la vida de la pareja con la tribu de los mamutoi y su azaroso viaje hasta el occidente  de Europa donde vive la familia de Jondalar.
      En las dos últimas novelas se narra la vida con los zelandonii, una comunidad de tribus del centro de Francia a la que pertenece Jondalar. 

Comentario personal (con ciertas licencias).
       Creo que las dos primeras novelas son realmente buenas; las dos siguientes, no tanto. Las dos últimas… sin línea narrativa central, dan la sensación de hechos deslavazados con escasa consistencia y continuidad.      
      Como es una ficción, no hemos de leerlas con rigor histórico y conviene poner en práctica la suspensión de la incredulidad para no tomar manías con los anacronismos, aunque hay algunos que se atragantan. Por ejemplo, uno de los personajes dice:  “Hay una zona a varios kilómetros de aquí”.  ¿”Kilómetros” hace cuarenta mil años? Igualmente se habla de metros y centímetros.
      Ayla, la protagonista,  es una chica estupenda (en todos los sentidos) a la que los golpes y experiencias de la vida le han enseñado a ser  la mujer perfecta: muestra  varias especialidades médicas (cirujana, traumatóloga, ginecóloga, anestesista…), es domesticadora de animales, inventora de utensilios, botánica, farmacéutica, asistente social, consejera… Por suerte, se humaniza cuando nos enteramos de que no sabe cantar ni pintar.       
Incluso es psicóloga que domina la interpretación del lenguaje no verbal excepto el de la persona que mejor conoce (su pareja, Jondalar) a pesar de vivir juntos (sin mascarilla) o a la distancia de dos metros. Perdón: dos pasos largos.
      La autora plantea numerosas situaciones en defensa del pacifismo, la igualdad de sexos y razas, la atención a los marginados y más débiles, la educación, la investigación, solidaridad, ecología, animalismo, mundo espiritual, etc. 
      Las dos últimas novelas están saturadas de repeticiones con excesivos datos, sobre todo  de descripciones de paisajes, fabricación de utensilios, cuidados de animales, propiedades medicinales de infinidad de plantas... La cara positiva es que se nota la experiencia de la autora en actividades ecológicas y de supervivencia, la documentación geográfica (con visitas personales a los lugares de la acción) y, naturalmente, la investigación histórica, que desarrolla con bastante libertad.
      Hay repeticiones aceptables como las que hacen referencia a novelas anteriores que tienen el objetivo de recordar acontecimientos previos para  comprender mejor el presente y dar cohesión a la narración. Pero otras repeticiones se hacen muy pesadas, como los cantos rituales, las visitas a cuevas (agotadoras hasta para la protagonista), las pinturas, las infusiones, las manadas o las presentaciones de unos personajes a otros con el nombre seguido de retahílas que incluyen el árbol genealógico próximo y el currículum: “Esta es Ayla, de la novena caverna de los zelandonii, antes del campamento  del león de los mamutoi, amiga de los caballos y el lobo, emparejada con Jondalar…”. Con tanta repetición, uno tiene la impresión de que las dos últimas novelas están escritas con demasiados “copia y pega”.
Para no variar, la saga acaba con un recurso (los efectos de un brebaje) ya utilizado en la tercera ovela y hasta con el mismo desenlace. 
      Me ha sorprendido que la editorial no haya (supuestamente) intervenido para remediar esos puntos débiles.
      A pesar de todo, he leído los seis libros de la saga ¿Cómo es posible esa perseverancia? Lo atribuyo a que en las dos primeras entregas (que son los mejores con diferencia) quedé atrapado por la narración, por el hechizo que produce la prehistoria y porque uno acaba familiarizándose con los personajes entre los que incluyo a los caballos y al lobo. Lamentablemente, ese hechizo ha ido debilitándose hasta desaparecer en las dos últimas.
      Al final, el personaje que más me ha gustado ha sido el lobo. Tal vez porque, en casa, tenemos  dos perras (Carmina y Aby), recogidas tras ser abandonadas, al igual que una gata (Bruji). Se parecen al lobo en lo cariñosas pero no en la obediencia.

Fuente:  https://www.ecured.cu/Jean_M._Auel  

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